Hablando desde una perspectiva decolnial, podríamos decir que es necesario advocar por nuevas categorías alejadas de la estética europea para el análisis y comprensión de las expresiones artísticas americanas y orientales. Como dice Lucas (y en nuestro caso continental) conformar una estética latinoamericana. Y esto iría de la mano de la aesthesis, esos sentires más allá de los sentidos, de movernos por fuera de lo llamado “panóptico”, del criterio de la estética caracterizado por la exclusividad de la vista. Como dice Mignolo, contraponer lo aesthetico a lo estético, o también, una restitución aesthetica de la estética.
Y lo deja muy claro con el ejemplo del artista Benvenuto Chavajay, quien si bien “siente” que su arte pertenece a aquello que “universalmente” se entiende por arte, también “siente” la necesidad de hablar de sus expresiones artísticas por fuera de las conceptualizaciones europeas de arte y estética, describiendo su hacer como un hacer necesario para la sanación (sanación de la herida colonial nos dice Mignolo). Explica que esto que él hace, pertenece a la esfera de lo sagrado y de la espiritualidad en la cultura maya (su proveniencia), y este hacer está profundamente impregnado por la aesthésis de sus ancestros, impregnado de memorias, palabras, sensaciones, ruidos, colores, cuestiones para las cuales los criterios estéticos universales no bastan.
Si vemos la necesidad de cambio en los criterios teóricos y estéticos utilizados en torno a nuestro arte, necesariamente veremos esta misma necesidad en otras líneas, siendo el ejemplo más claro el tema de las periodizaciones en Edades por las cuales nuestro hacer artístico no atravesó. En pocas palabras, reescribir esos discursos que hablan sobre nosotros, pero no desde nosotros, es aquello que la opción decolonial persigue para un estudio y comprensión del arte alejado de posturas racializantes que subyacen en muchos discursos eurocentristas.