Día a día vivimos en un mundo globalizado colmado de productos e imágenes que entendemos como internacionales cuando en realidad responden a modelos de consumismo provenientes de Estados Unidos de América o Europa. Como sostiene Mignolo, estamos absorbidos por la colonialidad, distinta de la colonización. De ésta última, quizá, somos conscientes y desde hace unos años hemos comenzado a transitar un camino de deconstrucción para conformar una identidad latinoamericana independiente de la visión europea que veníamos arrastrando desde el “descubrimiento” de América.
Sin embargo el tema de la colonización es otro. En mi opinión aún en la actualidad tenemos una mentalidad colonizada en la que ciertos conceptos y circunstancias nos parecen naturales y no nos detenemos a discutirlas o replantearlas.
Si hablamos de historia, y aun mas de historia del arte, aún en el presente concebimos las periodizaciones provenientes de la academia europea: historia del arte antiguo, medieval, modernos y contemporáneo. Pero esta división en períodos responde a hechos más o menos establecidos por acontecimientos de la historia europea. En Latinoamérica no tomamos la periodización en base a nuestras culturas originarias, salvo para estudiar la historia de éstas. Aquí no hablamos de período preclásico, clásico y posclásico como algo diario o cotidiano. Más aún, estudiamos sus expresiones artísticas como “arte precolombino” y “arte colonial”… una acepción derivada precisamente de la colonización.
Quizá en la actualidad (y desde hace algunos años) los estudios de género son los que echan luz sobre algunos temas de la otredad, las minorías, las invisibilizaciones producto de los pensamientos colonizadores. A través de ellos logramos observar de una manera crítica el rol de la mujer en la historia y la sociedad y por supuesto en la historia del arte, entre otros temas.
Los movimientos indigienistas que ponen en valor las culturas y tradiciones de nuestros ancestros, como así también sacan a la luz la violación de derechos que sobre los pueblos originarios se han llevado a cabo a lo largo de la historia, es también parte de este proceso decolonial o giro decolonial (en palabras de Restrepo, Dussel, Mignolo , entre otros) que no hacen más que ubicarse desde otra perspectiva, desandar el discurso tradicional centroeuropeo y ponen sobre la mesa nuevas discusiones.
Las expresiones artísticas de las culturas originarias siguen la misma suerte que los otros aspectos ya mencionados. Es más, durante años fueron negadas como arte, para luego ser estudiadas desde una concepción estética fijada por la academia europea. Surge aquí el planteo de formular una estética latinoamericana, tal como lo sugieren autores como María Alba Bovisio y Luis Galindez.
Creo fundamental la necesidad de rever, replantear, reformular conceptos que tan arraigados están en nuestra cultura. Romper paradigmas, reposicionar el enfoque. Todo ello contribuirá, nada más y nada menos que a reformular nuestra propia identidad como latinoamericanos.